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30 abril, 2007

Felipe Benítez Reyes, poemas

"...El aullido soprano
del licántropo..."

Doble y nada

Lo que el futuro esconde lo
conozco:
el tiempo solamente es circular
cuando es de juventud,

luego es la línea
que traspasa un preciso laberinto
cuyo centro es su fín,

y, en esta hora ya
de las inextactitudes,
de las verdades que fingen permanencía,
del olvido que sueña ser vencido,
me pregunto

por qué camino y cuándo
y de la mano de quíen perdí la nota
que llevaba
al que jamás seré.

La nostalgía inconcreta de uno mismo
impone su razón en la memoría
y el humo quema más que el propio fuego.

El pasado es la lógica imperfecta
de la fugacidad:
La configuración minuciosa de un fantasma
que existe y que no existe.

Espectro extraviado, ¿dónde tienes
tu casa de cartón que cruje al son
del viento?.

Yo la busco, ya ves,
para poder pactar contigo
los términos finales
de nuestra redención.

Y vaya cada cual con lo suyo a lo suyo.

Y cargue cada cual con su quimera.

29 abril, 2007

Pablo Neruda, poemas


Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Como no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz busca el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me cause,
y éstos sean los últimos versos que yo le escriba

01 abril, 2007

Emily Dickinson, poemas

"El exito es más dulce para quien
nunca lo alcanza"...
Emily Dickinson


Soy nadie
Yo soy nadie. ¿Quién eres tu?
¿Eres nadie también?
Ya somos dos, entonces.
¡No digas nada! ¡Nos desterrarían, ya sabes!
Que tristeza ser alguien
que vulgar: como una rana
¡Cantándole tu nombre día tras día,
a la primera charca que te admire!



Pequeñez
Es cosa tan pequeña nuestro llanto,
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morimos.

La dicha un abismo...
¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?

Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos-
por que en cualquier zapatería
una puede comprar
un nuevo par-

Mas la dicha se ve una vez sola
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más-
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, zapatos!

No era la muerte...
No era la muerte, pues yo estaba erguída,
Y todos los muertos, permanecen tendidos.
No era la noche, pues todas las campanas
sacaban la lengua, al mediodía.

No era la escarcha, pues en mi carne
sentí que me invadían los sirocos.
Ni fuego, pues con mis píes de mármol
podía refrescar un presbiterio.
Y sin embargo, tenía el mismo sabor,
las figuras que he visto,
en fila como para su entierro,
me recordaban el mío.

Como si mi vida estuviera recortada,
encajada en un marco,
y no pudiera respirar sin una llave,
y era como la noche, igual.

Cuando todo lo que esta vivo se detiene.
Y el espacio mira con insitencia alrededor.
O los hielos inertes en las primeras mañanas de Otoño,
repelen el latido de la tierra.

Pero, tan cerca del caos, imparable, ausente,
sin salvación ni mástil.
Sin siquiera noticias de la tierra,
que justifiquen la desesperación.

Podría estas más sola sin mi soledad...
Pdría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él.

No estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento.

Sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.